sábado, 26 de noviembre de 2011

CANTERBURY Y LONDRES




Salimos muy temprano en la mañana con rumbo a Calais para pasar a Londres. En el barco almorzando unos buenísimos fish and chips y estuvimos marcando los precios de perfumes y licores para comparar, ya que en París los habíamos visto bastante caros. Los precios del barco nos parecieron excelentes, pero decidimos esperar a la vuelta, “just in case”.
La primera ciudad que visitamos fue Canterbury; tomamos Mercery Lane hasta llegar a la Plaza Christ Church Gate; me impactó el Cristo sentado de brazos abiertos que custodia la entrada de la catedral de Canterbury; esta no es imponente sólo por su peso como sede y cabeza de la iglesia de Inglaterra sino por su arquitectura medieval que hoy luce apretada, hombro con hombro, entre edificios modernos. Justo en el lado opuesto se encuentra la entrada del antiguo buttermarket y, de pie, mirando estas edificaciones atrapadas en una época diferente, te absorbe la edad media, te atraen los cuentos de Canterbury, ves el fantasma de Samuel Beckett asomado a las puertas de la Catedral. Caminando por el pueblo te tropiezas con la edificación del siglo 15, Su Hotel, alojamiento favorito de Dickens, que sigue siendo el “Sun Hotel” y uno se pregunta si Dickens se habrá alojado aquí para respirar color local, porque ciertamente lo habría encontrado. La ciudad exuda color local, edad media, renacimiento en maqueta, pequeña, acogedora y hermosa, Canterbury es muy recomendable para quienes nos gusta el turismo histórico-literario.
Londres nos cautivó desde la propia entrada. Con emoción, atravesamos el Puente de Londres y el Puente de la Torre sobre el Río Támesis; nuestras cámaras enloquecieron al divisar la Torre, tratando de captar alguna foto de los cuervos. Cuenta la leyenda que si los cuervos que habitan la Torre de Londres desaparecieran caerían también la Torre y la Monarquía; ahora, no se vayan a creer quela monarquía inglesa es supersticiosa, no; es que como le gustan los cuervitos, los alimentan y les cortan un ala, para que no puedan volar lejos. Se supone que debe haber seis pero actualmente viven ocho, de nuevo “just in case”.
A la mañana siguiente, visitamos Westminster Abby, cubierta de amapolas falsas y verdaderas porque se estaba celebrando un nuevo aniversario de la finalización de la II guerra Mundial, muchos de cuyos veteranos tienen aquí su túmulo homenaje; muchos de los ingleses lucían también en su solapa la simbólica amapola. Nos tomamos claro está la consabida foto en el Big Ben y en el parlamento y luego llegamos para presenciar el famosísimo cambio de guardia. Los soldaditos lucen como muñequitos de juguete pero la música y todo el evento es tradicional y emocionante; aprecias muy bien el desfile de los soldados porque vienen desde la calle, sin embargo, el cambio propiamente dicho, casi no lo ves por la aglomeración de gente y la protección policial con que se hace.
Nos fuimos a pasear por St. James Park, atravesamos el marble arch, nuestro objetivo se encontraba en Trafalgar Square, después de fotografiar al almirante Nelson y a los leones pata de perro, nos fuimos a buscar un Whisky Bar que se encuentra situado en esta plaza, el Albanach que ofrece 140 tipos de whisky. Nuestra meta: probar un buen whisky ahumado escocés y seleccionar el que más nos gustará. En Albanach nos atendió un barman de lujo. Hombre conocedor de su oficio y gentil en extremo que nos brindo una clase sobre como degustar whisky; su recomendación: Bowmore, Talisker, Lavagulin y Smokeyhead. Nuestra selección: Bowmore y Smokeyhead.
Comimos muy bien en Aberdeen Steak House, en Picadilly Circus y estuvimos vagando por el centro de Londres; Vimos también Hyde Park, London Eye y la Estación de Trenes Waterloo. A la mañana siguiente fuimos al Museo de Madame Tussauds, caro pero vale la pena, se pasa una mañana divertidísima, nos retratamos con Sherlock Holmes, cuya casa museo también está muy cerca y fuimos a pasear a la tienda Harrods. Harrods ocupa cuadra y media. Sus vidrieras decoradas y sus toldos verdes se divisan a lo lejos. En la puerta No. 3 colocaron una escultura en bronce donde aparecen Diana y Dody volando hacia al cielo y en el pedestal dice: “Víctimas Inocentes”, no puede uno más que preguntarse: ¿de quién?
Por capricho mío, lo reconozco, nos dirigimos hasta Abbey Road, para tomarnos una foto en el cruce de zebra que Los Beatles hicieran famoso; ¿qué le vamos a hacer? Se me meten esos caprichos en la cabeza.

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