domingo, 16 de mayo de 2010

ISRAEL Y JORDANIA








COLINA DE PRIMAVERA
Otro sueño se hizo realidad. Estamos en Tierra Santa.
Esa primera tarde, después de registrarnos en el hotel, nos dirigimos al puerto de Tel Aviv. Era nuestra intención ir a Jaffa pero 2 factores nos hicieron cambiar de rumbo: 1º. Llegamos un día de fiesta nacional, casi todo estaba cerrado. 2. Era casi el anochecer y nos garantizaron que en el puerto conseguiríamos restaurantes abiertos; hasta allá nos dirigimos; efectivamente, encontramos todos los restaurantes abiertos, iluminados y ubicados frente al mediterráneo, mirando plácida y gentilmente hacia el arrecife en que Poseidón encadenó a Andrómeda, para luego ser rescatada por Perseo. Después de pasear un rato y respirar la brisa mediterránea, nos dirigimos a comer. Nuestra elección fue Goalu, las razones: pocas (lucía bien y tenía la mayor afluencia de la zona); resultó un hit; como parte del servicio colocan en la mesa una multitud de ensaladas, cremas y panes de estilo árabe deliciosos y abundantes. Los platos, en su mayoría son para compartir y darse el gustazo de saborear un festival de mariscos. Recomendable aunque los precios no son solidarios. Esta última observación es válida para todo Israel, como descubriremos, dolorosamente, a lo largo del trayecto.
A la mañana siguiente, comenzamos nuestro tour formal por la ciudad de Tel Aviv, cuyo nombre viene del hebreo y significa Tel=colina, Aviv = primavera, es decir, colina de primavera.
Mientras nos dirigíamos, ahora si, hacia Jaffa, que es hoy el sitio de la bohemia y los artistas por excelencia, pude observar, desde la ventanilla, que las casas cuadradas y blancas de estilo modernista, asociadas a la escuela alemana de arquitectura “Bauhaus”, muy usuales desde el establecimiento de esta ciudad, se mezclan hoy con imponentes rascacielos propios de las metrópolis desarrolladas, emprendedoras y pujantes. Tel Aviv muestra una cara de gran desarrollo.
Jaffa, también denominado Yafo, Jope o Iaffa, es un barrio lleno de callecitas empedradas, subidas y escaleras, nos detuvimos en la casa de Simón, el Curtidor para visitar la Iglesia de San Pedro.
Todos los pasajes bíblicos, tanto los ampliamente conocidos como los que tuvimos que ir recordando, se presentan ante nuestros ojos, insertos en la moderna Israel, con sencillez, no se percibe veneración, ni emoción, ni peso en estos lugares, una pequeña placa, una iglesia, tal vez (esto se irá haciendo cada vez más evidente) A esta casa de Simón, el Curtidor mandan a buscar a Pedro, para que comience su labor evangelizadora. (La Biblia. Libro de Los Hechos).
Luego, salimos hacia la calle Dizengoff, donde se percibe agudamente el desarrollo del que antes hablaba; esta es una gran avenida con imponentes edificios y mucho movimiento que nos habla de una ciudad efervescente, de un importante centro financiero. Es obvia aquí la presencia de dinero, de fuertes inversiones. Igualmente, es evidente el énfasis que los constructores han querido dar a la cultura; el emplazamiento magnífico de “El Museo de Tel Aviv” y del “Palacio de la Cultura” son muestra de ello, así como la Universidad de Tel Aviv a la cual los hombres acuden después de 3 años obligatorios de ejército y las mujeres de 2.
Igualmente hermoso e imponente es el Museo de la Diáspora, al que acudimos a continuación. El Museo de la Diáspora es, básicamente, el museo del pueblo judío, de su historia, sus innumerables éxodos. La visita a este museo nos sirvió también para, con mucho interés y respeto, beber un poco de la cultura a la que estamos visitando: el significado de la Kipá en la cabeza de los hombres (hasta aqui llego yo y por encima de mi, Dios); los diferentes estilos de vestimentas, sombreros, cortes de cabello y peinado que no son más expresión de la visión del mundo y de los dogmas de fe de cada quien; la Menorah o candelabro de 7 brazos, símbolo del Estado de Israel y la de 9 brazos, símbolo de la festividad de Hanuka; otras festividades importantes, como el Yom Kipur o día del perdón y la del Rosh Hashaná o año nuevo judío.
Esa tarde la pasamos vagando por Tel Aviv, viendo como las familias celebran su día nacional, haciendo parrillas y disfrutando de sus parques y calles. En un pequeño establecimiento a orillas del mar, nos bañamos de la brisa mediterránea, acompañados de magníficos “apple martinis”.
Al día siguiente, dejamos Tel Aviv para dirigirnos hacia Galilea. En el camino, paramos en Cesarea donde visitamos el teatro romano, la ciudad cruzada y el acueducto. Cesarea fue construida en el siglo I, por Herodes y la denomina así para congraciarse con su protector, el emperador romano César Augusto. Era una ciudad amurallada, con estructuras típicamente romanas, incluyendo el teatro y el acueducto. En 1101 la ciudad fue conquistada por Balduino I y, durante este período, los genoveses encontraron una copa verde que dicen haber establecido como el Santo Grial. Esta copa fue llevada a Génova, a la Iglesia de San Lorenzo.
Continuamos hasta la ciudad de Haifa. Haifa es conocida como una ciudad de tolerancia religiosa donde árabes y judíos son socios en empresas y conviven pacíficamente (como debería ser). Aquí están los fantásticos jardines de Bahai (jardines persas)
Haifa está a orillas del Monte Carmel donde también está ubicado el Monasterio de los Carmelitas; en este monasterio los carmelitas protegieron a los soldados de Napoleón; se dice que sus escapularios son una reliquia de gran protección. Este mismo emplazamiento es considerado también el sitio en el que el profeta Elías derrotó a los falsos profetas, y, por ende, donde nace el monoteísmo.
Continuamos a San Juan de Acre que, al igual que Haifa, es ciudad de tolerancia religiosa. La ciudadela de Acre fue construida por la orden de los Caballeros Hospitalarios (templarios); esta ciudadela terminó siendo usada principalmente como prisión; allí estuvo recluido por más de 20 años el profeta Bahai creador de los jardines y de la religión Bahai.


II.-Y EN EL PRINCIPIO, LA FUENTE
Israel es un país pequeño, así que poco después estábamos entrando en Nazareth. Esta zona galilea tiene un aspecto más árabe; sus construcciones son de 3 plantas donde la última no está terminada. Es zona de olivos y datileras.
Nada más entrar al pueblo, vimos la Fuente de la Virgen; hoy día es una fuente ornamental pero, en su época era el sitio donde todo el pueblo se acercaba a recoger agua, por tanto, era el centro social. Pude imaginar fácilmente las mujeres chismeando alrededor de la fuente, los chicos merodeando, las viejas de expresión torva y mirada criticona y aquella pareja de allá, José y María. Muy cerca se encuentra la Basílica de la Anunciación, construida sobre la casa de María y junto a ésta, la Carpintería-casa de San José, donde hay una pequeña Iglesia, también. Me emocionó y llenó de ternura descubrir que aquí y así comienza la gran historia, en la que el carpintero José se enamora y compromete con la linda vecinita de al lado, María.
Esa noche nos alojamos aquí en Galilea, en un hotel denominado Hagoshrim. Este hotel está regentado por un Kibutz. Como recordarán, los Judíos comenzaron a regresar a la tierra prometida desde principios del siglo XX. Vienen en grupos, dispuestos a reconstruir el país y se agrupan en estas comunidades de producción, principalmente agrícola. Ya entre los años 70 y 80 la economía israelí creció de tal manera que los kibutz fueron perdiendo ideología y sentido. Sin embargo, todavía la gente vive aquí, como en una urbanización cualquiera. Lo que me llamó poderosamente la atención fue el jardín de infantes, no porque en él se haga nada especial sino porque está equipado con un Bunker. En otras palabras, estos niños están entrenados para esconderse en un bunker, ante cualquier amenaza. Ellos tienen a 8 Kms. el Hezbollah. No sé, a mi me pareció terrible adaptarse a vivir en permanente estado de zozobra pero, pensándolo bien, también nosotros vivimos en permanente zozobra por otras razones y no tenemos bunker en el que escondernos.
Después de una reparadora noche de descanso en el Kibutz que, debo añadir, es un hotel de magníficas instalaciones y deliciosa mesa, nos aprestamos para seguir nuestro paseo hacia Safed, considerada la ciudad de la Cábala. Fue en esta ciudad donde Isaac Luria, el Santo León, profundizó los estudios del Zohar, libro fundamental de la cábala. También en esta ciudad se refugiaron los sefardíes (judíos españoles), entre ellos el Rabí Iosef Caro quien en su libro “La Mesa Tendida” explica las bases de la Cábala.
Rodeando el Lago Tiberíades, conocido también como el Mar de Galilea, nos dirigimos al Monte de las Bienaventuranzas, lugar sagrado para los cristianos donde Jesús predicó el Sermón de la Montaña y, donde nos legó el Padrenuestro. En este monte, hay una iglesia y, dispersos por el arbolado parque, muchos lugares de oración. En uno de ellos me senté a rezar la oración que El Señor nos enseñó y puedo decirles que me nació del alma.
Salimos, confortados por la oración y nos dirigimos hacia Cafarnaum, sitio importante en el Nuevo Testamento. Es este el pueblo de Pedro y su hermano Andrés, de Santiago, el hijo de Zebedeo y su hermano Juan, de Mateo. Fue el lugar escogido por Jesús para muchas sanaciones milagrosas, incluyendo a la suegra de Pedro.
Muy cerca de Cafarnaum se encuentra Tabgha, donde ocurrió la multiplicación de los panes y los peces. Hay también aquí una Iglesia y, en las afueras, los artesanos de la zona hacen pececitos de colores muy hermosos como símbolo de prosperidad. Tomamos la Vía Tiberíades, antes conocida como Vía Maris; esta vía fue una ruta de gran importancia comercial: unía Egipto con Anatolia y Mesopotamia. Corría paralela a Canaam pasando por Gaza, Ashdod, Jaffa, Monte Tabor, Tiberíades, Cafarnaum, Galilea, Altos del Golán hasta llegar a Damasco. A través de esta vía, llegamos a Yardenit, a orillas del Jordán lugar tradicional del bautismo de Jesús. Aquí la gente alquila túnicas para meterse al río, se realizan bautizos a diario, algunos por aspersión y otros por inmersión, o simplemente se mojan los pies o la cabeza. Las riberas del río están bastante sucias y unos enormes bagres merodean en sus orillas, así que simplemente humedecimos nuestros dedos, nos persignamos y desistimos de ingresar al agua. Cuestión de gustos o de ascos.


III.-JERUSALEM SECRETO
Entrar en Jerusalem es un impacto; Si Tel Aviv nos pareció ciudad moderna y pujante, Jerusalem se la lleva de calle; capital del Estado de Israel desde 1950, su desarrollo es sorprendente; recostada en las colinas de Judea, emergen de ella enormes torres, cúpulas y blancas urbanizaciones que le confieren gran luminosidad. Después de alojarnos en el hotel Dann Panorama, salimos a absorber el ambiente; nos recibió una gélida noche que, sin embargo, no detiene a los paseantes. Se mezclan en estas calles los judíos más ortodoxos trajeados de levita y sombrero con los más Light de blue jean, franelita y kipá; sin embargo, la gran mayoría van vestidos como en cualquier ciudad europea; aquí, en la ciudad más sagrada del mundo, conviven como vecinos cristianos, armenios, musulmanes y judíos. Subiendo por la Avenida King David llegamos a unas calles peatonales donde Jerusalem se divierte, llenas de tiendas, restaurantes, tabernas y gente paseando. De grata mención el “Centro Comercial Mamilla”. Con ubicación inmejorable, este C.C. es además una galería de arte; múltiples obras escultóricas pueblan su larga galería, todo un placer visual caminarla. Bellísimo, finísimo y CARÍSIMO. Mamilla es también el nombre de un barrio al que los locales apodan el “Barrio fantasma”. Sus fabulosas mansiones siempre están vacías ya que pertenecen multi- millonarios judíos-americanos quienes sólo las visitan una vez al año.
A la mañana siguiente, nos fuimos a recorrer la Vía Dolorosa. El inicio de esta Vía se encuentra dentro de la ciudad amurallada o ciudad vieja; la ciudad vieja tiene 7 puertas en sus murallas: 1. PUERTA DE DAMASCO: es la más grande. Está orientada hacia esa ciudad. 2. PUERTA DE LAS FLORES, también conocida como Puerta de Herodes que da acceso al Barrio Musulmán. 3. PUERTA DE LOS LEONES que se encuentra frente al Monte de los Olivos. 4. PUERTA DE ORO, también conocida como Puerta de la Misericordia: Esta puerta está tapiada ya que por ella entró Jesús a Jerusalem y fue tapiada porque nadie más podrá entrar por ella hasta que Él regrese (esto según los cristianos) o para que no pueda volver (según los musulmanes). 5. PUERTA DEL ESTIÉRCOL, antiguamente se colocaba allí la basura, por ella se accede al Muro de los Lamentos. 6.- PUERTA DE DAVID, también conocida como Puerta de Sión ya que conduce a dicho monte, donde se cree está la tumba del Rey David. 7. PUERTA DE YAFO: enfocada hacia el Puerto de Yafo, hoy Tel Aviv. Entramos a Jerusalem antiguo por la Puerta de Damasco, nos dirigimos hacia la Vía Dolorosa que se inicia frente a la Torre Antonia donde estuvo el Pretorio, aquí Jesús fue condenado a muerte. En este sitio se encuentra hoy el convento del “Ecce Homo” y la capilla de la Flagelación. Estos dos sitios, Estaciones I, Condenación y II, Flagelación están bastante juntos y los franciscanos construyeron las dos capillas: a la izquierda la de la Condenación y a la Derecha la de la Flagelación. Podemos distinguir el enlosado original de la época de la Pasión de Jesús y parte del Arco de Adriano donde, según la tradición, Pilatos pronunció el Ecce Homo. Seguimos subiendo por las callejuelas empedradas hacia la Tercera Estación. Antes de llegar, hay una piedra conmemorativa donde Jesús apoyó su mano para no caer. La Tercera Estación representa la 1ª caída del Cristo; una escultura de autor polaco nos muestra el hecho. En la Cuarta Estación hay una capilla armenio-católica que recuerda el encuentro de la Virgen con su Hijo y en la Quinta, una capilla franciscana marca el sitio donde Simón el Cirineo acude en ayuda del condenado.
Me detengo para explicar algo que llamó mucho mi atención; La Vía Dolorosa no es un lugar fácil para la concentración espiritual, la peregrinación, la oración o la contemplación. Esta calle, escalonada y empedrada, muy angosta y de unos 500 metros de largo, está poblada en sus márgenes por cafés, tiendas para turistas y mercaderes varios. La mayoría de las Estaciones del Vía Crucis está marcada por señales muy pequeñas. Transitan vehículos que te obligan a pegarte a los muros; se multiplican las procesiones de peregrinos que van cantando o rezando en diversos idiomas. La mayoría de los comerciantes son de fe musulmana, el sitio no tiene significación para ellos. Nuestra guía tampoco es cristiana (más bien judía light); Sus explicaciones y narraciones son escrupulosamente científicas, asépticas, llenas de mucha información y poca emoción. Debí hacer un gran esfuerzo para ir mental y espiritualmente al momento; Pensé que así debió ser en ese tiempo. Igualmente, mientras el condenado, que para ellos era uno más, arrastraba su cruz, algunos lo mirarían con curiosidad, otros intentarían seguir vendiendo sus mercancías y otros más pasarían a su lado, con total indiferencia; los borricos cargados atropellarían también a los pasantes, sólo que los borricos de hoy tienen 4 ruedas.
En la Sexta Estación se encuentra el convento de las “Pequeñas Hermanas de Jesús”. Está situado en la casa de la Verónica; la mujer que enjuaga el rostro de Jesús con su manto; se dice que Verónica no era su nombre, sino que es una palabra que significa “Vero ícono”, es decir, “imagen verdadera” pero, sea como fuere, para mi continuará siendo el Manto de la Verónica, como decía mamá. En la Séptima Estación una columna romana nos recuerda la 2ª caída de Jesús. La Octava Estación, donde Jesús consuela a las mujeres piadosas de Jerusalén, está indicada por una Cruz latina, grabada sobre la pared de un monasterio griego. Novena Estación: 3ª caída de Jesús, señalada por otra columna romana. Las últimas Estaciones están dentro de la Basílica de la Resurrección. Esta Basílica, ubicada sobre el Monte Gólgota, fue comenzada a construir por Constantino y su madre Santa Elena; se dice que durante las excavaciones para construirla, fue encontrada la “Vera Cruz”. En las Estaciones DIEZ Y ONCE se recuerdan el despojo y la crucifixión y están señaladas con sendos altares.
Llegar desde allí a la Estación DOCE, donde se encuentra el altar griego ubicado sobre el sitio preciso donde estuvo la Cruz, requiere de mucha paciencia y resistencia: el calor es agobiante, el sitio es cerrado y en subida. La cola se hace lenta y desordenada cuando los visitantes descubren que está permitido inclinarse debajo del altar y colocar la mano sobre la roca original donde estuvo la cruz; obvio todo el mundo quiere hacerlo y, como además está permitido tomar fotografías, el asunto se torna caótico. Sin embargo, llegas allí, te arrodillas, inclinas tu espalda y, finalmente, tu mano entra en contacto con aquel trocito de fría piedra; entonces, la energía que despide te electriza, desaparecen el ruido, el calor, la gente y, por un segundo, una fuerza indescriptible te posee. A mi se me llenaron los ojos de lágrimas y me parece que no fui la única. Luego, comienzas a bajar hasta la Piedra del Ungüento (Estación TRECE) donde era costumbre depositar los cuerpos a fin de prepararlos para la sepultura. Sigues bajando hasta una gran cúpula (Estación CATORCE), erigida por los cruzados, donde estuvo la tumba de José de Arimatea que sirvió de sepulcro a Jesús.
Emocionalmente agotados, salimos de allí para dirigirnos, bordeando el Monte Moriat, donde Abraham ofrece a su hijo, hacia el Muro de los Lamentos. El Muro de los Lamentos es considerado el Sancta Sanctorum (sitio más sagrado) de la religión judía. Aquí se erigió el Templo de Salomón, en el siglo X a.c, fue destruido por los Babilonios y reconstruido en el 445 a.c. Vuelto a destruir por los romanos bajo la égida de Vespasiano en el 70 d.c, quedó en pie este muro exterior, considerado como muestra de la alianza de Dios con su pueblo. La gente acude aquí a orar, agradecer, pedir y es costumbre llevar papelitos con peticiones; estos papeles son introducidos entre los resquicios de las piedras. Los locales suelen decir que, aunque Dios está en todas partes, la llamada desde este lugar es local. Como deben suponer llevamos e introdujimos papelitos con nuestras peticiones, oramos y pedimos por todos, particularmente, por nuestro país, nuestras familias y demás seres queridos.
Por la tarde, para terminar de exprimirnos el corazón que a estas alturas ya está como una pasa, estuvimos en el Museo del Holocausto. Un imponente edificio donde se exponen los testimonios de las atrocidades de este evento. A pesar de ser inmenso y muy bien montado, me gustó más el de Washington, un poco menos extenso pero más concentrado e intenso.
Es sábado en la mañana, un día tranquilo puesto que casi todo en Jerusalem está cerrado por el Sabat. Salimos en recorrido a visitar el Monte de los Olivos, desde donde se obtiene una vista panorámica estupenda de la ciudad. Luego, nos trasladamos a la Basílica de la Agonía, sita en medio del Huerto de Getsemani. Los olivos milenarios prestan su sombran y frescor a este paraje, tan calmado y pacífico que puede uno imaginar porque fue un lugar propicio para la oración. Dentro de la Basílica se encuentra, protegida por barandas, la piedra donde Jesús recostado sudó sangre, antes de comenzar su pasión. En nuestro camino, a través del Barrio Judío, atravesamos el Cardo Romano (Avenida principal que corre de norte a sur, de allí el término cardíaco), subimos al monte Zión para ver la Ciudadela del Rey David. Visitamos también el lugar de nacimiento de San Juan Bautista y la Abadía de la Dormición, donde se supone fue asunta al cielo la Virgen María. No hay certeza, sin embargo, en cuanto a esto, ya que como narré en mi post de Turquía también en Efeso hay un sitio donde se supone ocurrió este hecho.
Atravesando la ciudad nueva, pudimos ver los edificios de la Kneset (Parlamento), la residencia presidencial, el Teatro Municipal; nos dirigimos al Museo de Israel; aquí se encuentra una maqueta gigante del Jersualem de la época de Jesús, así como los rollos originales del mar muerto, escritos por los Esenios.
Por la tarde, fuimos a Belén. Esta ciudad se encuentra en territorio de autonomía Palestina, por tanto, el acceso es complicado; Belén y todos los territorios bajo autonomía palestina, se encuentra separada por un muro de 9 metros de alto y 670 Kms. de largo; debemos portar nuestro pasaporte, cambiar de guía (los judíos no pueden entrar aquí) e inclusive cambiar de vehículo. Después del almuerzo, vino nuestra guía a recogernos para llevarnos a la Basílica de la Natividad; Esta Iglesia, colocada sobre la misma cueva que sirvió de alojamiento a la Sagrada Familia, está bajo protección de los griegos ortodoxos. La iglesia está muy sucia y descuidada aunque hay mucha y muy antipática vigilancia. Mientras nos dirigíamos allá, supimos de la angustiante situación en que viven los palestinos en Belén. Nos estremeció saber que aquí solo hay un 3% de cristianos y la pasan muy mal. En general, los palestinos, todos, están confinados a sus territorios, no pueden salir; hay muy poco trabajo; los judíos les envían agua 2 veces por semana y, en general, viven una situación muy dura; es una ciudad pobre, donde se respira un ambiente extraño. Nuestra guía vive con su esposo y tres hijas en una cueva de piedra, cedida por la Iglesia, para que no tenga que pagar renta (que igual no podría). Los cristianos son muy poquitos, se mantienen muy unidos con la iglesia y se ayudan unos a otros. No obstante todo ello, el fervor y entusiasmo de la chica logró hacer que nuestra experiencia en la Basílica de la Natividad fuera de gran recogimiento y fe. El sitio del nacimiento está marcado con una estrella de plata, la cual también puede tocarse, así como donde fue colocado el Niño.
El día domingo amanece con emoción. Será nuestra excursión de playa hacia el Mar Muerto. Primero visitamos la fortaleza de Massada, emplazada en el desierto de Judea, en la cumbre de una meseta próxima al Mar Muerto. Esta fortaleza, construida por Herodes, fue de gran importancia durante la 1ª guerra Judeo-Romana que culminó con el suicidio colectivo de sus defensores. (Tengo que buscar la película que, sorprendentemente, no he visto). Luego, nos fuimos al Mar Muerto; esta es una de las experiencias más divertidas que he experimentado. El agua es tan densa y su fondo tan arenoso que se hace dificilísimo caminar. Claro, flotas de espaldas, pero si tratas de caminar de frente, caes como un sapo. El entusiasmo es general y todo el mundo se embarra con la arena, lo sorprendente es lo tersa, suave y humectada que queda la piel, cuando te enjuagas. Sip, adivinaron, compramos barro y cremas de inmediato.

IV.-EN EL REINO NABATEO
A la mañana siguiente, salimos por tierra hacia Jordania. Este país está apenas a 250 kms de Israel y las formalidades de ingreso no fueron tan tediosas ni tan largas como habíamos temido. Jordania, cuyo nombre oficial es Reino Hashemita de Jordania, (Hashemita significa descendiente directo de Mahoma que es lo que los actuales gobernantes son, supuestamente), es un país de mayoría musulmana (93%); con solo un 30% de tierras cultivables y vecinos tan amenos como Arabia Saudí, Israel, Siria, Iraq, territorios palestinos, etc; su historia se extiende desde 2000 años a.c. y está llena de guerras, invasores y colonos que incluyen a hititas, egipcios, israelitas, asirios, babilonios, persas, griegos, nabateos, romanos, árabes, musulmanes, cruzados, mamelucos y otomanos que han dejado a su paso acuerdos y desacuerdos, destrucción y construcción.
Paramos en Jerash, a unos 45 Kms de Amman, también llamada la Pompeya del Este por la excelente conservación de sus ruinas romanas; bajo un sol inclemente y siguiendo a un guía que más bien parecía maratonista de fondo, logramos visitar (con la lengua afuera) el Arco de Adriano, el hipódromo, la plaza ovalada, el cardo, el templo de Artemisa, el Ninfeo, las tres iglesias bizantinas (San Damian y San Cosme; San Juan y San Jorge) y el teatro romano, de perfecta acústica. Continuamos a la ciudad capital donde nos alojamos en el Hotel Kampisky, que no vacilo en recomendar.
Amman es una ciudad en construcción. Por todos lados vemos levantarse inmensos rascacielos y construcciones diversas; su meta es, según nos dijeron, establecerse como centro financiero del medio oriente desplazando o al menos alcanzando a Dubai.
Después de una reparadora y necesaria noche de descanso salimos por tierra hacia Madaba, ciudad de los mosaicos; aquí visitamos la Iglesia de San Jorge donde se encuentra el más grande y fabuloso mapa-mosaico de Tierra Santa.
Inmediatamente, nos situamos en el Monte Nebo, lugar desde donde Moisés divisó la tierra prometida a la que nunca llegó. Desde esta meseta, se obtiene una vista panorámica de las montañas de Judea y Samaria, el Mar Muerto, el desierto de Judá, el Valle del Jordán, es decir, la tierra prometida. En el sitio se encuentra una monumental cruz de hierro con una serpiente enroscada, símbolo de Moisés; a este sitio se le atribuyen poderes de sanación. Desde este monte se pierde el rastro de Moisés y, dice la tradición, que desde aquí subió directamente al cielo.
Continuamos hacia Petra; allí nos alojamos en el Hotel Crowne Plaza; la terraza del hotel está en las faldas de las montañas rosadas de este reino nabateo y es una experiencia casi mágica sentarse allí, a ver el sol esconderse tras ellas, produciendo un espectáculo imposible de luz y color.
Al día siguiente, fuimos a visitar Petra. Esta es una excursión de todo el día, exigente, no apta para cualquiera, hay que estar en buena forma o tener mucha voluntad (como es el caso) especialmente, si te toca un guía maratonista que va delante como si le picara una urgencia. El ascenso comienza por entre inmensas rocas que construyen un pasillo sorprendente y un atemorizante. Tienes la sensación de estar en tierra de gigantes; las formas que el tiempo ha dibujado te asaltan como monstruos prehistóricos a cada paso; de repente, atravesando el paraje más sombrío, se abre ante ti una grieta de luz: allí, imponente, majestuoso, retador, se encuentra enclavado en la roca misma, despidiendo destellos amarillos y rosados: El Tesoro. Vale la pena, sin duda, vale la pena el esfuerzo. Claro, después tuvimos que pasar unos fantásticos días en Madrid, tomando vacación de la vacación. Que puedo decir, así de dura es la vida del viajero.