domingo, 29 de marzo de 2009

PAPIROS ERRANTES





En el nombre de THOT, dios de la escritura, de las bibliotecas, de la lengua y señor de las palabras divinas; bajo la protección de HORUS, dios halcón cuyos ojos son la luna y el sol, me atrevo a dejar constancia de nuestro periplo por Egipto, pidiendo disculpas de antemano por mi osadía y rogando a Isis complete con su amor mis faltas.
Después de una muy larga jornada (Caracas-Madrid; Madrid-Cairo; Cairo Luxor) nos adentramos en el antiguo esplendor de Egipto y, cuando digo antiguo es en el sentido más literal; de ese esplendor poco queda. Las ciudades son polvorientas, la pobreza campea. . La mayoría de la gente luce desaseada, con ropas que parecen no haberse lavado desde hace una década. Las avenidas principales son asfaltadas pero, si el ojo curioso dirige la mirada hacia las calles laterales, verá que ésas son de tierra. Todas y cada una de las ciudades y pueblos tienen mercadillos donde venden sourvenirs; como toda la cultura egipcia está llena de simbolismos, las imágenes pululan. En estos mercadillos los vendedores te acosan ofreciendo mercancías, regateando precios y llamándote por el nombre de la artista más famosa del país al que creen que tu representas; Muy cómico, porque a nosotras nos llamaban “Bandojas” y yo pensé que nos estaban ofendiendo, en realidad nos comparaban con Isabel Pantoja.
Egipto es una civilización desarrollada a orillas del Nilo por ello nuestro recorrido, como el de los antiguos, será en gran parte acuático (desde Luxor hasta Aswan y alrededor del lago Nasser).El Crucero desde Luxor lo hicimos en el ROYAL RUBI; excelentes camarotes que más bien llamaré habitaciones ya que tienen tal carácter; magnífico buffet y, en general, un ambiente gentil y agradable.
Nuestra primera visita en Luxor fue para el templo de Amón. Este templo de columnas fue construido por dos faraones: Amenhotep III la parte interior y Ramses II la parte exterior. En total tiene 260 metros. Está conectado con el de Karnak (que visitaremos luego) por la avenida de las esfinges. Durante el año nuevo desde el Templo de Karnak se realizaba el festival de la Opet (representado en los relieves) consistía en la procesión de Amon , atravesando esta avenida para visitar Luxor.
Las columnas de la entrada que forman el pilono muestran la batalla contra los hititas (hoy sirios), luego el obelisco de 25 mts. (antes había 2, pero uno de ellos está en París, regalado a los franceses por Ali Khan) . En la entrada del patio, 2 estatuas de Ramses II de 15.6 mts, de altura y a sus pies los enemigos de Egipto. El patio de 74 columnas en dos hileras, con capitel de papiro símbolo del bajo Egipto y, en el santuario, 3 capillas: a la izquierda la capilla de Mut, diosa local representativa de la madre; al centro la de Amón y a la derecha la de Jonsu, dios lunar protector de los enfermos.
Al salir de aquí, fuimos al templo de Karnak a través de la “Avenida de las Esfinges”. El templo de Karnak es, en realidad, un conjunto de templos: Gran templo de Amón, recinto de Montu, dios de la guerra; recinto de Mut; recinto de Jonsu; recinto del festival de Opet y recinto de Ptah, maestro constructor protector de arquitectos y albañiles. La avenida de las esfinges abre a dos inmensos pilonos con las estatuas que se dice alguna vez fueron de Tutmosis pero Ramses borró su cartucho y colocó el de él, luego vienen 122 columnas de mas de 21 metros de altura distribuidas en 9 hileras; los obeliscos de Hashepsut y Tutmosis y el templete con la figura de Heber, el escarabajo de la buena suerte, tallado piedra, frente al lago sagrado. Dicen que a este templete hay que darle 7 vueltas para convocar a la buena fortuna (si, por supuesto que dimos las 7 vueltas, no es que uno crea, pero de que vuelan, vuelan).
Dos explicaciones rápidas para no volver sobre ello: 1. Cartucho: es el sello o cliché en que se colocaba el nombre de la persona, la firma que identificaba las estatuas y relieves (tallado en piedra, en jeroglífico, por supuesto). 2.- La reina Hatshepsut y Tutmosis III eran madrastra e hijastro. Al morir Tutmosis II, Tutmosis III era un niño; fue declarado faraón pero Hashepsut lo desplazó y gobernó como regente durante 22 años. Cuando Tutmosis tuvo edad para ello, hizo rebeliones, pataletas, intentos de golpe de estado y de asesinato. Se generó un odio terrible entre ellos pero, la realidad es que Hashepsut continuó en el coroto hasta su muerte; al asumir el trono y como venganza, Tutmosis III mandó borrar todos los cartuchos y el rostro de la reina de todos los templos (piensen que borrar en piedra no involucra precisamente una goma sino martillo y cincel). Queda demostrado, una vez más, que todos los autócratas son iguales, creen que su sola voluntad puede cambiar la historia.
Al día siguiente, todavía en Luxor, fuimos a visitar la Necrópolis de Tebas: EL VALLE DE LOS REYES. Las tumbas de los faraones y de algunos nobles fueron hábilmente disimuladas por los constructores que se aprovecharon de las gargantas horadadas por antiguos cursos de agua o tallaron las cuevas en el corazón de la roca para esconder los pozos funerarios de los saqueadores (con poco éxito, como sabemos). Destacan aquí las tumbas de Amenofis II, Tutmosis I, Sethy, la reina Hashepsut, algunos de los 150 hijos de Ramses II (¿sería por eso que lo llamaban Ramses El Grande?) y, por supuesto la de Tut Ank Amun, que fue la única descubierta intacta y algunos de sus tesoros reposan en el museo de El Cairo.
Desde el Valle de los Reyes salimos para visitar el “Grupo Hispano-Egipcio de las Esencias”. Como todos sabemos los aceites perfumados eran una costumbre importantísima para los antiguos egipcios; estas esencias son la base de los perfumes actuales. Las dividen en esencias faraónicas y medicinales. Aprendimos aquí que la base de Anais Anais y de Carolina Herrera es la flor de loto, para fijar el amor. Secreto del desierto es una esencia afrodisíaca conocida como la viagra femenina mientras la esencia real es el viagra masculina. La menta piperita como descongestionante de las vías respiratorias altas (nariz y garganta), mientras que el eucalipto es para descongestionar las vías respiratorias bajas (bronquios). La esencia de sándalo para fortalecer los huesos y la columna y el comino negro para el estómago; el berro para el cabello. Nos dieron inclusive una receta para una máscara facial hidratante compuesta por 2 cc de sándalo, yogurt, miel y aceite de oliva; y una para desmanchar la piel en base a bergamota que, usada por 3 semanas y sin tomar el sol supuestamente desaparece las manchas.
Más tarde, paramos para conocer los Colosos de Memnón. Se cree que Memnón (el constructor de la obra) falleció en Troya. Las estatuas tienen 16.50 mts. De alto y pesan 1500 toneladas. Representan a Amenhotep III con las manos en símbolo de paz (abiertas, descansando sobre las piernas) a la altura de la rodilla vemos la figura de su hija.
Regresamos al barco y, después del mediodía, salimos en navegación hacia Edfú; por la tarde subimos a la cubierta para ver el paso por las esclusas; observamos entonces, el río sembrado de falúas; son comerciantes ofreciendo sus mercancías a los pasajeros del barco. Este comercio se hace a gritos (los pasajeros están a una altura como de 3 pisos y los comerciantes navegando). Negocian a voces precios y colores y con potente brazo lanzan la mercancía en bolsas plásticas, el probable cliente examina la mercancía y la envía de vuelta o tira (vía bolsa plástica nuevamente) el dinero acordado. Toda la transacción es muy rápida y desesperada, toda vez que el crucero continúa avanzando y, en la medida en que comienza a penetrar la esclusa, va dejando atrás a los barqueros. Una experiencia súper divertida y original.
En la mañana, salimos en calesa para visitar el Templo de Horus, el dios Halcón. Fue diseñado por Imothep y está en muy buen estado de conservación. Mide 137 mts. de largo por 79 de ancho. Luego de esta visita, avanzamos un poco más en la navegación, hacia Kom Ombo, montaña de oro significa su nombre, para visitar el templo compartido de Sobek, el dios cocodrilo y Haroeris también conocido como Horus, cabeza de Halcón. Este templo fue construido durante la dinastía Ptolomeíca y, aunque parecido al de Edfú, es doble hacia el norte dedicado a Horus y hacia el sur a Sobek. En la tarde continuamos hacia Aswan internándonos en la región Nubia o Bajo Egipto.
Esa noche, el barco preparó una fiesta de Shilabas, así llaman a la vestimenta; todos compramos nuestros trajes en la tienda del barco y, esa noche, fuimos disfrazados de egipcios a la reunión. La fiesta fue una experiencia divertida y relajante; los disfraces nos quedaron magníficos, parecíamos auténticos egipcios (unos más que otros) aunque los hombres tuvieron cierta dificultad para manejar las faldas.
. Amanecimos en Aswan y, después del desayuno, fuimos a conocer la Represa que, en su parte antigua, genera la electricidad para Aswan y la ampliación moderna para el resto de Egipto. De allí fuimos a las canteras de granito de donde extraían casi toda la piedra para construir los colosales monumentos; En esta cantera se encuentra el Obelisco inacabado (aun tendido en el suelo). Uno se pregunta cómo rayos hacían para levantar semejantes moles de piedra (lo bueno del caso es que te contestan, pero me siento incompetente para reproducir la explicación).
Luego, nos dirigimos a un embarcadero para navegar hacia el templo de Philae enclavado en la Isla de Agilkia, donde fue mudado para salvarlo de la inundación durante la construcción de la 2ª parte de la presa de Aswan. El Templo de Philae fue el último reducto donde se mantuvo el uso del alfabeto jeroglífico (quizás por su condición de isla apartada) Está dedicado a Isis pero se adora también a Mandulis (una diosa Nubia local) y a la diosa Hathor (la vaca sagrada). Aquí tuvimos la oportunidad de apreciar en detalle un NILÓMETRO, que es un pozo conectado al Nilo que les permitía a los antiguos determinar el nivel de crecidas del río y, en consecuencia, fijar los impuestos en relación al posible éxito de las cosechas.
Después del almuerzo, salimos a dar un paseo en falúa; El Nilo por la tarde, sembrado de estas barquichuelas con sus velas triangulares apoyadas en un vértice, abombadas por la mágica brisa del río encantado es una de las imágenes más hermosas que he visto. Nuestra vela era blanca, pero las hay de rayas y colores que pincelan una polícroma paleta de acuarelas.
Navegando apaciblemente en falúa, rodeamos la Isla Elefantina, donde se encuentra el mausoleo del Agha Khan y el Jardín Botánico; al pasar observamos la mole rojiza del hotel The Catarats que sirvió de ambiente a la novela, más tarde llevada al cine, de la dama del crimen, Agatha Christie: “Muerte en el Nilo”; el marido de la Christie era un arqueólogo inglés y ella viajaba acompañándole con mucha frecuencia; por ello conocía bien la zona. Tiene otras novelas ambientadas en el área como: “La venganza de Nofret, situada en el antiguo Egipto”.
Continuamos nuestra navegación hacia un auténtico poblado nubio; los nubios son un pueblo prehistórico asentado en el Bajo Egipto; en realidad, desde Aswan hasta Sudán se extiende la región nubia. Los nubios auténticos no se mezclan con otras razas, por ello continúan siendo de piel muy oscura y no es extraño encontrar algunos de ellos con ojos claros (verdes). Esto ocurre porque durante la guerra contra los otomanos quedaron olvidados en Nubia 400 soldados turcos que se integraron a esa sociedad y es la única mezcla de razas que se les conoce. El 100% de los nubios son musulmanes y utilizan su propio dialecto simultáneamente con el idioma árabe.
Mientras nos aproximábamos navegando hacia el pueblo, vimos niños sobre tablas flotantes, remando con las manos, acercarse a las falúas; desde sus precarias embarcaciones, cantaban destemplados en diversos idiomas, tratando de capturar la atención de los viajeros para, luego, pedir “un uro (1 euro)”, caramelos o bolis de propina. Sienten especial fascinación por los bolis (bolígrafos), no sólo los niños, también los adultos vigilantes y cuidadores de los monumentos piden bolis y los que más gustan son los de clic.
Finalmente, desembarcamos en medio del desierto donde un grupo de simpáticos camellos nos esperaba para llegar al poblado. Los camellos tienen nombre propio (el mío se llamaba Óscar), bordean con sus fuertes patas la orilla del Nilo (para pavor de esta aterrorizada jinete). Los momentos más complicados, como en el avión, ascenso y descenso.
Una media hora después, con las nalgas adoloridas y el corazón acelerado por la aventura, nos apeamos en el poblado Nubio. Una chiquilla de profundos ojos oscuros me emparejó en la marcha; como soy caraqueña paranoica, mi primera reacción fue afirmar mi mano sobre la cartera; la niña, mirándome con sus ojitos de vaquilla triste, suavemente tomó mi dedo meñique y continuó caminando a mi lado, con la cabeza gacha. Con un nudo en la garganta, utilicé la mano libre para sacar algunos caramelos, se los entregué; a los 30 segundos estaba rodeada por un enjambre de niños que con voces plañideras pedían: “dami caramelo, dami caramelo”.
Nos dirigimos a una escuela, donde recibimos clases sobre los números en árabe y en Nubio, así como también nos enseñaron el alfabeto árabe. Salimos de la escuela, siempre perseguidos por el enjambre de niños, a una casa nubia donde nos brindaron bebidas, nos mostraron los cocodrilos (mascotas de la casa) y algunos se hicieron tatuajes de henna, que realizan con velocidad y precisión.
A la mañana siguiente desembarcamos con rumbo al aeropuerto de Aswan para tomar un vuelo a Abu Simbel. Este aeropuerto es el mejor que he visto durante el viaje. Su construcción es moderna, toda de piedra; los pisos y paredes internos, incluso los del baño, son de granito rosa. No en vano Aswán es la cantera de Egipto.
Llegados a Abu Simbel nos alojamos en el crucero JAZ OMAR EL KHAYAN. Precioso barco de decoración moderna y elegantísima. Buffet fantástico y habitaciones comodísimos. Luego del almuerzo fuimos a visitar el complejo de templos de Abu Simbel. Estos son dos templos mandados a construir por Ramses II; el primer templo para él, ya divinizado y el segundo para su esposa Nefertari.
Al final del templo, se encuentra el santuario que es la parte más importante en todos los templos. Aquí encontramos cuatro estatuas: En el extremo izquierdo Ptah, señor de la magia, arquitecto constructor, a su lado Amón Ra, dios del sol, al centro Ramses II divinizado y en el otro extremo Ra Horajti, el sol en su cenit. El 21 de febrero, entre las 5 y 6 de la mañana, un rayo de sol penetra totalmente los largos pasillos y cámaras para iluminar estas cuatro figuras. En una de las cámaras anteriores, encontramos el relieve del juicio final, es una de las escenas que hemos observado en muchos templos pero acá es donde se halla más clara. En esta escena se observa como Annubis, el dios con cabeza de chacal, protector de la momificación, acompaña al alma hasta la diosa Maat, que se encuentra frente a su balanza. Uno de los platillos de la balanza contiene una pluma, el otro está vacío dispuesto para recibir el corazón del difunto; por ello los cadáveres egipcios eran vaciados de todas las vísceras para la momificación, excepto el corazón. El corazón es colocado entonces en el platillo vacío, Si la pluma pesa más, el hombre ha sido malvado y estará condenado a la aniquilación y el olvido. Si el hombre, en cambio, ha ajustado su vida a la verdad y a la justicia, su corazón será más liviano que la pluma y podrá encontrarse con Osiris.
Al caer la tarde, asistimos a un espectáculo de luz y sonido presentado frente al complejo de templos, ALUCINANTE, salimos de allí impactados por la maravilla y grandiosidad del conjunto. Más tarde, la gerencia del barco ofreció un cóctel de bienvenida y el Gerente del crucero presentó a todo su staff
A la mañana siguiente, navegamos hacia Kars Ibrim, que son las ruinas de una fortaleza faraónica que observamos sin desembarcar, desde el sun deck. Mas tarde paramos en Amada para visitar el templo dedicado a Amón-Ra y Ra horajti, construido por Tutmosis II. Este día nos presentaron el documental de cómo movilizaron los templos para salvarlos de la inundación cuando la construcción de la Gran Represa de Aswan, una obra de ingeniería asombrosa. Por la noche tuvimos la fiesta oriental, con buffet árabe; volvimos a estrenar nuestras shilabas y disfrutamos de un espectáculo Nubio.
Al atracar en Wadi Es Sebou fuimos a conocer su templo y el de Dakka, ambos de la época ptolomeíca. El de Dakka está dedicado a Thot, dios de las ciencias, la literatura y la sabiduría. Durante la cena, el personal del barco cantó y paseó una torta de despedida para todos los pasajeros.Al amanecer del día siguiente, en Kalabsha, visitamos los templos de Mandulis y Kertasi, dedicados a Isis para luego dirigirnos al aeropuerto donde tomaremos vuelo a El Cairo.
El Cairo es la ciudad más caótica, polvorienta y desvencijada que he conocido. El tráfico es indescriptible; reina la ley de la trompa; los semáforos son divertidas luces que adornan las calles; comparten las vías, carros, burros, caballos y camellos; los peatones arriesgan su vida con desparpajo de torero en cada cruce. Toda travesía es un grito y un susto.
Los egipcios no acostumbran a pintar sus casas por fuera, además, construyen una parte y dejan la segunda o tercera planta a medio terminar para cuando haga falta o tengan dinero; por ello toda la ciudad parece una obra en construcción, con ropas lavadas danzando en los balcones y techos llenos de escombros. La única zona de El Cairo que escapa a este caos es Heliópolis, donde viven los pudientes. Otro sitio hermoso y digno de visitar es el monumento a Anwar El Sadat; enfrente de donde fue asesinado hicieron una pirámide abierta donde reposan sus restos; es una obra arquitectónica hermosa, llena de respeto y sentimiento. Sadat sucedió a Nasser como Presidente de Egipto y fueron los dos personajes que le dieron nombre y esplendor al país. Nasser con la construcción de las represas que dan vida y luz a este pueblo y Sadat con el acuerdo de paz con Israel. Asesinado en 1982, todavía los egipcios lo recuerdan y veneran, sobre todo porque a partir de entonces, Mubarak viene “dizque ganando las elecciones” y tiene al país sumido en la pobreza.
A la mañana siguiente, salimos por tierra para Alejandría, poco menos de 3 horas de carretera por la ruta del desierto. A orillas del Mediterráneo, Alejandría es una ciudad más clara, fresca y menos polvorienta. Primero visitamos la Columna de Pompeio con sus esfinges; en este mismo complejo de monumentos están Las Catacumbas, donde se encontraba enclavada la antigua Biblioteca. Vimos también el Teatro Romano, con su forma típica circular. De este complejo de monumentos salimos hacia el paseo de la marina; realmente precioso. En su orilla se encuentra la ciudadela de QAITBAY, ubicada precisamente donde se supone estuvo alguna vez el Faro de Alejandría, maravilla del mundo antiguo y el edificio de la nueva biblioteca de Alejandría, simplemente majestuoso. Nos alojamos en el Hotel Hilton Green Plaza, buenísimo porque está conectado, a través de pasadizos internos, con un bonito Centro Comercial porque el que terminamos la tarde paseando y donde hay una variedad de restaurantes.
De regreso a El Cairo, llega el tan esperado día para visitar los monumentos principales. En la mañana temprano (para que no nos agarre el calor) nos dirigimos a la explanada de Giza (una media hora de distancia). Allí nos paramos boquiabiertos ante la inmensidad de la pirámide de Keops, frente a ella te sientes pigmeo. El ascenso y descenso parecen complicados pero, en realidad no lo son tanto (yo lo hice, así que facilongo). Nos trasladan en la buseta hasta Kefrén y Micerinos. En ninguna de las dos se puede subir porque están bastante deterioradas, pero eso no borra la maravilla de aquellas inmensas estructuras frente a tus ojos. La sensación de paz que debe haber brindado esta explanada a los faraones aspirantes a tocar el cielo es inigualable. Hoy esa paz no existe, vendedores de abalorios, ofertas de paseo en camello te rodean por todas partes. Hay que tener cuidado porque son enormemente tramposos. Te ofertan un precio y luego cobran demás, cobran hasta por mirar, en fin, hay que estar mosca.
Bajamos luego, como broche de oro, a la famosa esfinge con su rostro humano y cuerpo de león, indiferente al tiempo, mirando a lo lejos. Aquella mole de piedra, tallada en un solo bloque hace saltar todos los sentidos. No te libras tampoco del acoso de vendedores pero sobre todo de los niños que conocen el ángulo perfecto para tomar fotos en las que apareces besando a la esfinge o tocando su cara. Vale la pena todo el caos, toda la tierra tragada por contemplar estas maravillas.
Por la tarde, fuimos al Museo de El Cairo donde se encuentran muchos de los tesoros rescatados de las tumbas así como los sarcófagos, las joyas y máscara del Rey Tut.
Egipto es un viaje maravilloso; cuando me toque navegar en la barca sagrada, de la mano de Anubis para llevar mi corazón a la diosa Maat, todavía llevaré grabada esta aventura en la memoria.