viernes, 21 de noviembre de 2008

VIAJE EN EL TIEMPO





VIAJE EN EL TIEMPO.

TURQUÍA, ISLAS GRIEGAS Y ATENAS
(OCT. NOV 2007)

Cerca de las 4:00 P.M del 30 de octubre llegamos a Estambul y nos trasladamos al Hotel The Marmara. Esa misma tarde, después de instalarnos, salimos con la ilusión de respirar la esencia de Aladino, escuchar una historia de Sherezade; aspirando encontrar quizás la lámpara de algún genio que anduviera desocupado por allí buscando a quien concederle uno que otro deseo. Pero no, The Marmara Hotel está justo al frente de la Plaza Taksim, corazón de la parte moderna de Estambul; de tal manera que nos encontramos con una ciudad totalmente europea, llena de gentes vestida a la occidental, riendo, comiendo, viviendo. El sello particular que no nos dejó olvidar donde estábamos fueron los Kebabs dando vueltas en sus asadores, esparciendo su perfume, eso y también un extraño lamento que regularmente perforaba el aire como un llanto, un quejido profundo, agorero y musical que, para entonces, sin saber todavía de que se trataba, nos sorprendió y asustó un poco .

Es apenas en 1930 que esta ciudad pasa a tener como nombre oficial Estambul, ISTANBUL en turco, deformación de la frase árabe: “eis tan polei” que significa ir a la ciudad.

Estambul fue establecida por los griegos en el 667 A.C; hasta el año 330 AD se llamó Bizancio y fue capital de los Imperios Bizantino y Otomano. Posteriormente, fue llamada Constantinopla (ciudad de Constantino) y capital del Imperio Romano.

En 1923, cuando el país se convierte en República de Turquía de la mano del General Mustafá Kemal (llamado por ellos Ataturk o padre de los Turcos), Estambul dejó de ser la capital del país siendo esta trasladada a Ankara. Sin embargo, por su situación privilegiada frente al mar, continúa siendo la ciudad más comercial y turística. Actualmente tiene cerca de 13 millones de habitantes de los 70 millones que tiene toda Turquía.

Esa misma tarde, bajando desde la plaza Taksim hacia la Av. peatonal Istiklal, en el Bambi Café, degustamos un YARIM EKMEK DONER (pan de pita relleno con Kebab de cordero, tomate, cebolla y papas fritas, estupendo; y un KASARL DURUM DONER, lo mismo pero con pollo (nada que ver).

Al día siguiente, 31 de octubre, salimos temprano y nuestra primera parada fue en el Hipódromo Bizantino. Aunque este hipódromo estuvo aquí desde los tiempos del Imperio bizantino fue Constantino, durante el Imperio romano, quien le dio su esplendor. Tenía un aforo de 100 mil personas y se realizaban aquí las carreras de cuadrigas. La espina llamaban al muro que formaba el límite; tenía 35 monumentos de los cuales quedan 3; Los caballos que están hoy en la Plaza San Marcos de Venecia; algunos Mosaicos que veremos más tarde en la catedral de Santa Sofia y la columna de Constantino construida en Egipto en el 15 A.C, en granito rosa. Originalmente, esta columna fue construida de 32 mts de alto; hoy día apreciamos aquí solo 19 ½ mts., ya que cuando Constantino la hizo traer no cupo en el barco y, en consecuencia la picaron. La parte restante permanece, acostada, en El Cairo.




Las carreras de cuadrigas eran el deporte del momento; los equipos principales, azules y verdes, no solo agrupaban una parcialidad deportiva sino que también representaban una diferente región y grupo social. Los verdes eran los cristianos monofisitas que sostenían que Jesús tenía sólo naturaleza divina y los azules u ortodoxos, sostenía que Jesús tenía una doble naturaleza, divina y humana. Tan terrible fue la lucha que terminó convirtiéndose en guerra civil y destruyeron prácticamente toda la ciudad. (Los monofisitas fueron declarados herejes en el 451 por el Papa León I.).

También se encuentran en este hipódromo la Columna serpenteante del siglo 4º. AD que representa 3 serpientes enlazadas, monumento dedicado a Apolo que estaba originalmente en Delfos. El Obelisco de Teodosio del 390 AD y una fuente alemana donación del Kaiser alemán Guillermo II al sultán Abdul Hamet. Un dato curioso del Obelisco es que en su base está escrito a relieve un poema celebrando a aquellos que lograron erigirlo; de un lado está en griego y del otro en latín. Lo curioso es que en griego erigirlo costó 32 días, mientras que en latín sólo 30. La explicación sencillamente se debe al traductor, ya que en un idioma el poema rimaba con treinta y en otro con 32; con razón los italianos tienen un refrán que dice “traductor=traidor”.

Seguidamente fuimos a visitar la Mezquita Azul, llamada así por el color predominante en sus mosaicos. Fue construida por el sultán Ahmed, tiene 21.043 azulejos y 6 minaretes. Está construida de tal forma que a su pórtico nunca le da el sol.



En Turquía hay cerca de 3.000 mezquitas y el 98% de la población es de religión musulmana. Como este asunto es bien complejo y visitaremos unas cuantas mezquitas durante esta narración, es mejor que desde ahora les explique lo que medio entendí de las palabras de nuestro guía, quien amablemente se prestó a darnos una sucinta reseña de cómo va el cuento.

Las dos corrientes principales del islamismo son los sunitas y los shiitas. Los sunitas no tienen jefe espiritual; los shiitas si. A este jefe espiritual se le llama Ayatolah; el Ayatolah es líder no solo espiritual sino que, en el fondo, es también líder político. Los shiitas son mucho más severos y dogmáticos, además, obedecen ciegamente la voluntad de un Ayatolah, a quien se supone en contacto directo con la divinidad

La población de Turquía es casi toda sunita, es decir, no tienen líder espiritual, ni clero. Podría decirse que son musulmanes Light. Existe, si una profesión que es la del Iman; el Iman no es sacerdote, ni pastor; es un laico que ha estudiado profundamente y a nivel profesional los libros sagrados y está entrenado para dirigir la oración, que debe ser sincronizada. El Iman es un empleado público, pagado por el Estado y su función principal, entre otras, es convocar a los fieles a la oración 5 veces al día; esto se hace a través de un sistema de altavoces con que cuentan las mezquitas y consiste en un lamento largo y prolongado que recita, acompasadamente, palabras del Corán (este fue el lamento que oímos al principio). La oración sólo es obligatoria para los varones y puede realizarse en cualquier lugar. Solo los viernes están obligados a asistir a las mezquitas. Antes de rezar, los musulmanes deben hacer abluciones, es decir, lavarse pies, manos, antebrazos y caras; para tal fin, en los jardines frontales de las mezquitas hay fuentes o chorros de agua.

Toda mezquita tiene 3 elementos indispensables: 1º un altar orientado hacia La Meca donde está el 1er templo construido por Abraham y su hijo Ismael. 2º. Un púlpito desde donde el Iman dirige la oración. 3º. 8 medallones en lo más alto que representan al Corán. Según este libro sagrado, la divinidad no tiene imagen, la divinidad es inconcebible y para Alá todos son iguales, es por ello que una representación iconográfica de la divinidad es herejía, así que los medallones solo están escritos con frases bien sean de Mahoma o del Corán mismo, nunca hay imágenes en las mezquitas, en ninguna parte, ni en vitrales, cuadros, nada: formas geométricas y colores. El musulmán comienza la oración de pie, luego se inclina de medio cuerpo y luego hasta el suelo con la frente tocando el piso. Los viernes, el Iman sube al púlpito y lee o explica algún pasaje del Corán; no es sermón, no opina, no obliga, no induce. Simplemente lee, sin comentarios.

Después de la Mezquita Azul, pasamos a la Iglesia de Santa Sofía que está justo en frente. Santa Sofía se llamó originalmente AYASOFYA o Hagia Sofia, es decir, Iglesia de la Divina Sabiduría. Son los cristianos modernos quienes la han bautizado como Santa Sofía (aunque se duda de que dicha santa exista). Ayasofya fue construida por Constantino y finalizada por su hijo; destruida por la guerra civil entre monofisitas y ortodoxos de la que hablamos al principio fue reconstruida nuevamente por Justiniano entre los años 1632 al 1637; durante la 2ª. Guerra Muncia fue destruida parcialmente de nuevo y reconstruida como la vemos ahora.




Los mosaicos de Ayasofya son, sin embargo, bizantinos; los vitrales otomanos y, al estilo musulmán, solo representan formas geométricas pero, en el techo podemos ver las formas del Ixtit que simbolizan el pez del cristo. En Ayasofya podemos ver también los mosaicos del siglo 16 donde aparece Constantino regalando la ciudad a la Virgen Maria y Justiniano regalando esta Iglesia a la ciudad. La puerta principal es del Siglo II A.C. y, al intentar colocarla, no cupo, es por ello que, para no cortar puerta tan valiosa, fue abierta una zanja en el piso para encajarla (como es evidente dicha puerta no cierra).

Nuestra siguiente visita fue al Palacio Topkaki que fue construido como residencia del Sultan Mehmed II imitando las construcciones de los palacios chinos, en varios edificios separados. El palacio Topkaki ocupa 60 hectáreas y la entrada se encuentra en la llamada Puerta de la Felicidad, porque era donde se coronaban los sultanes bajo un ciprés que tiene más de 500 años. El Palacio es hoy un museo que alberga maravillosas colecciones de porcelanas chinas y las joyas reales que, dicho sea de paso, con una sola de ellas, podría pagarse la deuda externa de cualquier país.

Ese día nos llevaron a comer al restaurante KONYALI; allí probamos el SUBOREGI que es una especie de torta de pasta rellena de queso y perejil. Los musulmanes no beben alcohol, por lo que las bebidas favoritas son el té y el ayran. El ayran es yogurt líquido que sirios y libaneses perfuman con agua de azahar y miel, mientras que los turcos lo toman solo con sal. Por mi parte, me hice adicta al té turco de manzana, a tal punto que nos trajimos una caja, así como también los vasitos pequeños en que suelen tomarlo. El guía, con cierto desprecio en la voz, me informó que el té de manzana es para turistas, ellos toman te rojo o té negro; yo los probé, ambos y saben a matas amargas así que insisto en recomendar el de manzana….DELICIOSO.

Después de comer fuimos a visitar el Gran Bazar. Se encuentran aquí cerca de 4 mil tienditas de distintas mercancías, alfombras persas, piedras semipreciosas y ojitos turcos a granel: grandes, pequeños, en pulseras, dijes, para colocar en la pared. Notamos que muchos musulmanes tienen un rosario, cuyas cuentas pasan rápidamente, murmurando; pues bien, lo que hacen es repetir los 33 nombres de dios (¿???) 3 veces.

Esa noche, libres de la vigilancia de nuestro guía, regresamos a la peatonal y entramos en una pequeña taberna, aquí por vez primera probamos el vino turco “Tilsim”, bastante bueno por cierto; los mejillones fritos (Midge Tava), no me gustaron gran cosa y BEYIM TAVA (sesos fritos, guácala).

A la mañana siguiente fuimos a la Mezquita de Solimán el Magnífico; Solimán fue el sultán que consolidó el Imperio Otomano; lideró la conquista de Belgrado, Rodas, Hungría, Marruecos, parte de Oriente Medio, y el Golfo Pérsico. Fue protector de las ciencias, las artes y la filosofía siendo él mismo poeta y autor de la reforma de todo el sistema legal otomano. En las afueras de la Mezquita está su tumba y el cementerio de la zona. Notamos que algunas lápidas tenían esculpidas letras y otras flores. Luego nos explicaron que las de flores corresponden a mujeres. En tumbas más modernas nos llamó la atención la palabra “Aliesi” en gran cantidad de lápidas, esto es porque dicha palabra significa “familia”, en consecuencia, lo que veíamos eran panteones familiares.

Cada sultán intentaba hacer una mezquita grandiosa que recordara su reinado, así que de aquí fuimos a la Mezquita de Eyup, construida por el sultán Eyup que supuestamente fue gran amigo de Mahoma.

Especial atención nos mereció la Iglesia de San Salvador en chora del siglo XIII (en chora significa fuera de las murallas o en las afueras). Los frescos de San Salvador son de los más antiguos que se han conservado y sus mosaicos están realizados en pan de oro. Llama la atención que en los frescos se representan imágenes de la Virgen María en su infancia, con sus padres, así como también uno en el cual la virgen tiene al niño en brazos pero, al contrario de casi todas las demás imágenes de este conjunto, no tienen la vista al frente sino que se están mirando entre sí. Es una bellísima imagen de amor materno.

Esa noche fuimos, ¿y cómo no? A un show de bailarinas de vientre. El show no fue la gran cosota, sin embargo vale destacar que las bailarinas tienen cada músculo del abdomen independiente uno de otro; son capaces de mover cada uno a voluntad, sin borrar la sonrisa, la expresión de la mirada y, además, sacudiendo piernas y pies aparentemente, en dirección distinta ¿Qué tal?????.

En la mañana del viernes 2 de noviembre, fuimos a navegar el Estrecho del Bósforo. Allí, al tender la vista al horizonte, pueden verse los barcos haciendo fila para atravesar el estrecho pasillo marino que conecta con el Mar Negro. Sobre nuestras cabezas, el Puente colgante Bogazici de 27 mts de ancho y 1.074 de largo que une Asia con Europa, atravesando el Cuerno de Oro, ría de unos 8 kms abierta al Bósforo que se interna en el valle de Estambul, dividiéndolo en parte norte o europea, y zona sur o asiática. Muchos turcos viven en la zona sur de Estambul y trabajan en la parte norte, con lo cual, hacen a diario, dos viajes intercontinentales, NICE ¿no les parece? Hacia las orillas podemos ver las casas y palacetes de los grandes cacaos turcos, incluida la casa del Pasha (significa gobernador o comandante) y el Palacio de Beylerbeyi (Señor de Señores) del siglo XII, que fue el palacio de veraneo del Sultán Murat III. A este palacio se le considera pequeño, apenas 24 habitaciones y 13 salones. Está decorado con alfombras persas, jarrones chinos, cristales de bohemia, o sea pues, lo mejor de lo mejor; francamente, estos sultanes se daban la gran vidorria.

Por la tarde visitamos el Bazar de las Especias, un poco más pequeño que el Gran Bazar, menos turístico. Un festival de olores, colores y sabores (y de ojitos turcos, claro está).

El sábado 3 comenzamos nuestra travesía por tierra hacia el interior de Turquía. Nuestra primera incursión fue a la ciudad de Bursa para visitar el Bazar de la Seda. Bursa fue la primera capital del Imperio Otomano y era aquí donde finalizaba la llamada Ruta de la Seda que comienza en China. Visitamos también la Mezquita Verde. Las Mezquitas del interior son menos turísticas, más pequeñas y más conservadoras por lo que ya recomiendan a las mujeres que nos cubramos la cabeza y, los lugareños empiezan a mirarlo a uno medio raro.

A partir de este punto del viaje, la gastronomía de más pura confección turca hace su aparición. Los aromas y sabores se acrecientan fuerza y prolifera el comino, al que son muy afectos los platos de esta zona.

Esa noche dormimos en el hotel Kolin en Canakkale. Por la mañana saldremos con ruta final hacia Kusadasi donde embarcaremos hacia las islas griegas; antes de llegar, no obstante, nos quedan algunas paradas. La primera de ellas es TROYA.

Me faltan palabras para describir la intensa emoción que estas ruinas me causaron. Haber leído, analizado, enseñado y repetido hasta el cansancio la crónica épica de Homero describiendo estas tierras y hoy poder elevarme allí, sobre la piedra en la cual estuvo el templo de Atenea, otear el horizonte esperando ver las naves aqueas preparándose para el combate; imaginar aquella ciudad culta y próspera, regada con la sangre de sus hijos, sentir la ira de Aquiles por la muerte de Patroclo; percibir el cadáver de Héctor, destrozado a mis pies, bañado por las lágrimas de Príamo. Oigo en cada piedra el gemido de un guerrero, veo, a lo lejos, en el alba roja, la huída de Eneas y Anquises, los valientes troyanos que habiéndolo perdido todo van en busca de la gloria que les han prometido en la ciudad de las 7 colinas. Cada ruina, cada piedra, cada resto tiene grabado un canto al valor, al arrojo y a la astucia de los guerreros tirios y troyanos.






Continuamos viaje hacia Pergamo (antigua Bergama). Visitamos aquí la Acrópolis, el Templo de Atenea, el Templo de Trajano y la Biblioteca, segunda más grande de la Edad Antigua, (después de la de Alejandría) que se destruyó también por un incendio; debido a los múltiples problemas que tenían los antiguos para traer el papel de la China, lograron crear en esta biblioteca, el pergamino. Claro, reflexiona uno, todas las bibliotecas de la antigüedad fueron destruidas por incendios; esto no es casualidad. Junte usted luz de las velas, pergaminos y frailes cansados y ya tienen todos los elementos para una asoladora fogata libresca.

Después de dormir en el hotel Korumar, partimos en la mañana hacia Efeso, la ciudad antigua mejor conservada de Asia Menor. Nuestra primera visita fue a la casa donde, según algunas pruebas, trascendió la Virgen María (Meryema-Ana, en turco).

Esta casa está situada en las afueras de la ciudad, en el monte Coressos (el Papa Juan Pablo II estuvo aquí en 1979). Juan, cumpliendo la palabra empeñada a Jesús en la Cruz, huye con María de la persecución desatada contra los cristianos y se refugia en Efeso, con ella. Sin embargo, debido a la rivalidad que se establece entre el culto que ya comienza a generar la madre del Cristo y la diosa local Artemisa, son obligados a instalarse en las afueras del centro poblado. Es indescriptible la paz que invade el corazón nada más pisar aquellos jardines. Es un bosquecillo totalmente silencioso, no parecen anidar pájaros aquí, ni animales de ninguna especie, como si se hubieran retirado, respetuosos del recogimiento que se respira en la casa. La umbría y callada humedad que rodea este monte, es, tal vez, el bálsamo suave y necesario para serenar el corazón sangrante de una madre que ha visto morir a su hijo. Eso fue lo que sentí. Sin entrar en consideraciones teosóficas o filosóficas sobre la misión del Cristo o su divinidad; en este jardín, en esta paz, sólo pude percibir dentro de mi corazón, el corazón adolorido de una madre.

La casita de piedra, hoy convertida en capilla, consta de dos pequeñísimas habitaciones; en la primera gran cantidad de exvotos de fieles agradecidos y en la segunda un pequeño altar. Hacia las afueras, se encuentra la pared de los deseos donde todo el mundo coloca peticiones escritas, la gran piscina donde se hacían los bautizos y la fuente de donde se toma agua bendita. Por nuestro desconocimiento, no habíamos llevado botella, así que tuvimos que ingeniarnos para traer algo de esa agua. Lo que en realidad molesta es que abajo, en la entrada estén los comerciantes vendiendo el agua que la virgen nos da gratis, a un precio escandaloso, además.

Desde aquí nos dirigimos a las ruinas de Efeso donde conocimos El Templo de Adriano, los Baños Romanos y el Odeón.

En la mañana embarcamos en el Barco Cristal de la línea de cruceros LOUIS HELLENIC para hacer un recorrido por las islas griegas.

La primera isla que visitamos fue PATMOS. Aquí el emperador romano Domiciano desterró a San Juan (el evangelista, el de Juangriego, o sea pues, el nuestro). Visitamos la cueva de piedra donde, según la tradición, se refugió y desde donde escribió el Apocalipsis. Está allí la piedra aplanada que usaba como escritorio, la hendidura que utilizaba como cama pero, sobre todo, se siente una energía estremecedora, en el ambiente se percibe la devoción, la ira, la resignación y, en ocasiones, hasta la locura. Penetrar las entrañas de esta cueva hace que se erice todo el pelo, que se oprima el pecho, que se inunden los ojos. Fue algo tan estremecedor, nos embebimos de tal manera que, cuando regresamos a la realidad, el autobús del tour nos había dejado abandonados. El viento helado y furioso que sopla en esta colina, el susto de sentirte sólo en un país desconocido de lengua extraña nos paralizó en el primer momento; pero, tal vez, animados por la fuerza interior y la protección de Sanjuancito, pedimos cola a otro autobús de turistas (británicos en este caso) y así logramos culminar nuestra pequeña aventura.

Esa noche, en el barco, asistimos a un show de bailes típicos griegos el cual cierra ¿cómo no? Con el baile de Zorba. Simplemente, estupendo.

Cuando abrimos los ojos, a la mañana siguiente, a través de las ventanas del camarote divisamos las imponentes murallas de Rodas; antigua capital del dodecaneso, donde se supone estuvo colocada la estatua del dios Helios considerada una de las 7 maravillas del mundo antiguo. El centro de esta ciudad medieval nos traslada hacia los Caballeros de la Orden de San Juan y demás templarios que impusieron en casi toda Europa la religión armada.

El jueves 8 amanecimos en Creta; atravesando su capital, Heraclion, nos trasladamos al palacio de Knossos, el mismo donde el Rey Minos enfurecido por el asesinato de su hijo Andrógeos, manda a construir el terrible y perfecto laberinto donde colocó al Minotauro, monstruo de cuerpo humano y cabeza de toro que se alimentaba de 7 doncellas anuales y que fue vencido por Teseo, con la ayuda de Ariadna y su madeja de hilo.

Esa misma tarde llegamos a Santorini; ningún elogio, ningún ¡Ahh! es exagerado para el espectáculo extraordinario que ofrece esta isla a la medida que el barco se acerca. Las capas geológicas de la tierra pueden observarse distintamente. Las casitas blancas que coronan las montañas apenas si parecen tridimensionales. Esa tarde viví una de las experiencias más aterradoras y divertidas de toda mi vida: recordando mucho a Jenny, subimos a Santorini EN BURRO. Tranquilos, nada de que preocuparse, los burros sobrevivieron la experiencia.



A la mañana siguiente, atracamos en el Puerto El Pireo en Atenas. Les digo, señores y señoras, juramos regresar a Atenas. Es una ciudad increíblemente bella. No sólo por estar llena de historia y mitología sino también como ciudad moderna.

Empezamos por el PANATINAIKOS o stadium donde se celebraban los antiguos juegos atléticos en honor a la diosa Atenea y que fue reconstruido y remodelado para las olimpíadas modernas del 2004, así como también el Palacio Real, custodiados por los evzones uniformados y la Tumba del soldado desconocido.




Luego, trasladándonos hacia el glorioso pasado ateniense, para visitar el templo de Zeus Olímpico, al cual se accede por el Arco de Adriano, el odeón de Herodes Atticus, el templo de la diosa NIKE, la colina de las ninfas, el templo de Efessius, la Roca del aerópago, desde donde predicaba San Pablo y por último, majestuoso, imponente, impresionante: EL PARTHENON. Las sutiles desproporciones de sus columnas especialmente diseñadas para verse proporcionadas, la inmensidad de sus columnas combinadas, jónicas y dóricas, para completar un conjunto arquitectónico ante el cual ni siquiera puedes exclamar nada, porque la boca se te queda abierta de puro asombro, sin palabras.

Luego, el barrio de Plaka, moderno, precioso, lleno de tienditas insólitas y, claro, los maravillosos GYROS, toda una experiencia de sabor.

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